Bag om ¿Quién Mató A Zebedee?
Antes de que el médico se marchara una mañana, le pregunté cuánto tiempo iba a vivir. Me respondió No resulta fácil decirlo; puede morir usted antes de que vuelva a verle por la mañana, o puede vivir hasta finales de mes. A la mañana siguiente, todavía vivía lo suficiente como para pensar en las necesidades de mi alma, de modo que (puesto que soy miembro de la Iglesia Católica Romana) mandé llamar a un sacerdote. La historia de mis pecados, relatada en confesión, incluía el abandono culpable de mi deber hacia las leyes de mi país. En opinión del sacerdote -y yo estuve de acuerdo con él- tenía la obligación moral de re¬conocer públicamente mi falta, como un acto de penitencia digno de un inglés católico. Llegamos así a establecer un reparto del trabajo. Yo relaté las circunstancias, mientras que su reverencia tomó la pluma y puso las cosas sobre el papel.
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