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These Spanish-English poems focus on the island nature of Venezuela's Caribbean coast. Its rich observation of physical island-scapes is realised in imagery that strikes both with its freshness and rightness, and its speculative concern with the nature of islands in the Western imagination challenges us to new points of view.
Empecinado lector de Celan, Adalber Salas conoce a fondo la verdad irrefutable que exponen estos versos de De umbral en umbral: "Digas la palabra que digas / -das gracias / a la perdición". Toda su poesía, puede decirse, es una exploración de los misterios gozosos y dolorosos que rodean el planteamiento de esa máxima implacable. Sabedor de esa fatalidad, su poesía sólo podía ser, entonces, expresión de una temeridad y de un arrojo que encuentran en la palabra que se pierde y que nos pierde el motor fundamental de una escritura que no cesa de buscar el esplendor, a sabiendas de que toda proferición es un darle gracias al desamparo, la celebración balbuciente de un Deus absconditus. Colección Los Conjurados. Común Presencia Editores
Si el príncipe Hamlet revela su aciaga orfandad dialogando con la sombra paterna, en Extranjero, segundo poemario del venezolano Adalber Salas Hernández, asistimos al contrapunto de una voz desterrada para siempre, enfrentada al rumor de una memoria cautiva, abierta por relámpagos, que se propone merced a los hallazgos de lo poético, enseñar a la muerte cómo hablar. Dos cauces componen esta obra donde el autor se describe como un árbol que se incendia: aguda réplica verbal ante la partida de un ser-raíz y descenso sobre el cauce de una escritura iluminada con resonancias místicas, que conduce a esta pregunta aleteante: "¿A quién rezan estas páginas / sin decírmelo?" La interrogación fecunda este libro esencial, donde el lector puede contemplar su rostro en la nada que deja a veces la arquitectura quebrantada del poema -que semeja un muro perforado por neblinosas ventanas-, porque el profundo hacedor de este artilugio térreo, sabe que la pregunta es la única arma que le queda a los extranjeros de la realidad, es la brújula angustiosa de quienes avanzan en las tinieblas, desde que vivimos en un lenguaje de palabras agónicas. "Soy mi hijo, mi padre, mi madre... y yo", había dicho Antonin Artaud, pero aquí, corresponde a lo paterno inscribir su silenciosa disolución, llevándonos a un territorio lívido colmado de deslumbramientos, para que el enjambre de palabras que persigue al elusivo yo, pueda inscribir con la lucidez desolada del poeta nuestro más alto cuestionamiento existencial: "Cuando intente/ y no pueda/ recoger mi sombra/ ¿qué me quedará?" Gonzalo Márquez Cristo
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