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Es un hecho que ningún país en ningún lugar del mundo ha conocido tal longevidad y estabilidad en su veneración hacia un solo Creador. Siglo tras siglo, milenio tras milenio, dinastía tras dinastía, ya sea menfita, tebana, saita, etiópica, hicsa o tolemaica, el culto de Ptah simbolizó la creación de todas las cosas y todos los seres vivos.Esta indestructible creencia, así como la historia de este antiguo pueblo lo demuestra ampliamente en sus hechos, ello debería permitir la reflexión de nuestros espíritus tan occidentales, ya que efectivamente aquí tenemos la prueba formal de que son las civilizaciones las que mueren víctimas de la impiedad y ceguera de los que las han creado, y ello desde el momento en que se apartaron, privándose de su dios. Debemos impregnarnos de esta verdad fundamental, ya que sea lo que fuere lo que el hombre aborde en la tierra, jamás modificará el ritmo eterno de la creación. Sólo podrá cambiarse a sí mismo a través de una serie de mutaciones tan desagradables unas como otras y solamente debidas a la única voluntad de destruirse a sí mismo. La humanidad ha olvidado su origen y es como cualquier mueble incapaz de reconocer el bosque de donde procede. Lo más sorprendente de todo esto fue el enorme interés provocado por las investigaciones desarrolladas después de la temprana muerte del joven Champollion. A pesar de las numerosas advertencias de los más eminentes miembros de las sabias sociedades internacionales, los egiptólogos de renombre, decenio tras decenio y aun actualmente, han mantenido el antiguo monoteísmo egipcio como un politeísmo idólatra, zoólatra y bárbaro a pesar de las evidencias.
L'Origine, avec un O majuscule, est l'Origine de chacun de nous, de tous, de tout : du ciel et de la terre, de leurs contenants et de leurs contenus ! Que nous soyons croyants ou athées, nos pensées, au moins une fois, se sont dirigées vers cette Origine commune, unique, et son Créateur, qu'il soit appelé Dieu, ou simplement hasard , comme pourrait le décréter celui qui aurait vécu seulement une partie de sa vie sans aborder l'autre. Et qui serait plus habilité pour parler de cette Origine, que ceux-là même qui la vécurent et la racontèrent à leurs descendances, en la gravant, pour l'Éternité, dans la pierre ?... Pour remonter à cette Origine, il convient donc de parcourir à reculons la chronologie analytique du continent englouti.Tous cependant concordent en une seule glorification : celle de Ptah, ou Dieu. Et tous s'achèvent en forme de signal avertisseur, pour tenter d'éviter aux générations futures le renouvellement d'un grand cataclysme.
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