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Transitar la pérdida es un proceso difícil y duro. Lloramos por lo que perdemos; negamos y rechazamos las certezas que nos ofrecen los que ya no están. Algo ha cambiado. Ya no somos quienes éramos, en tanto éramos como nos veían también y, en gran medida, los que se fueron. Os confieso que, en mi caso, así ha sido. A través de estos poemas iniciaréis un viaje que tal vez os lleve a algún lugar cercano o tal vez a algún destino inesperado. Ojalá os emocionen, ojalá alguno os acompañe.
Educar a la ciudadanía constituye un proyecto político de las sociedades democráticas que deben de tratar de compaginar los principios éticos de una educación en igualdad, para todos los ciudadanos y ciudadanas, con las posibilidades contingentes a la educación en cada sociedad. La igualdad, como aspiración ética de la racionalidad humana, exige en democracia acoplarse a un tiempo histórico-social y aterrizar en el campo de las posibilidades y de la realidad.En este contexto, la escuela no puede seguir mostrándose neutral ante las diferencias que pondrían en cuestión una educación democrática. Por ello, Carmen Rodríguez Martínez cuestiona a lo largo del texto cuáles son los principios básicos para una educación democrática; cómo se articula la igualdad entre culturas, clases sociales y géneros; cuál es el umbral mínimo de una educación para la igualdad, y quién tiene legitimidad para decidir en educación.
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