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Primer volumen de la colección epistolar del literato Juan Valera. Recoge sus escritos en la época en que vivió en Rusia como parte de su carrera política. En estos textos el autor aborda temas como la cultura, la diplomacia, la crítica y, en resumen, una honda reflexión sobre su época y su condición.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Recopilación de relatos cortos del literato Juan Valera, en los que se aprecian varios de los rasgos presentes en toda la obra del autor: el enciclopedismo, el amor frustrado, la melancolía por el paso del tiempo y el costumbrismo arraigado en la tierra andaluza y sus costumbres.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Certero ensayo del literato Juan Valera en el que enfrenta las nociones de la moral cristiana de su época con la idea de progreso social, político y cultural imperante en la españa del siglo XIX, defendiendo ambas posturas y al mismo tiempo arrojando una mirada crítica sobre ambas.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Divertida ficción teatral de corte histórico y humorístico del literato Juan Valera. Presenta una historia de enredos amorosos y malentendidos alrededor de un botín traído a España desde las Indias.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Singular obra de corte fantástico del literato español Juan Valera. Inspirada en las leyendas alemanas recopiladas por la Condesa de Thun, cuenta una historia de amor amenazada en todo momento por un misterioso personaje sobrenatural al que todos llaman «el hechicero». La obra en sí es una defensa del triunfo del amor y del poder de la poesía y las palabras.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Colección de poesías del literato y político Juan Valera, con temas que abarcan desde un cierto coqueteo con el romanticismo y sus temas claves como el amor frustrado, la melancolía por el paso del tiempo y la inevitabilidad de la muerte; a otros de corte más clásico influenciado por las composiciones griegas y latinas.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Colección epistolar del literato Juan Valera que recoge sus escritos en la época en que vivió en Washington como parte de su carrera política. En estos textos el autor aborda temas como la cultura, la diplomacia, la crítica y, en resumen, una honda reflexión sobre su época y su condición.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Obra epistolar en la que el literato y político Juan Valera defiende, a la contra del pensamiento establecido en su época, la independencia de las naciones latinoamericanas, sobre todo Cuba. Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Basada de forma vaga en una traumática experiencia amorosa del propio Juan Valera, Asclepigenia nos lleva a la Bizancio del s. V., para conocer a Asclepigenia, una mujer atractiva, inteligente y seductora que se ve envuelta en un laberinto amoroso entre las atenciones de tres hombres: el bello Eumorfo, el adinerado Crematurgo y el filósofo Proclo. Valera aprovecha esta trama para reflexionar sobre una de sus obsesiones presentes en toda su obra: el amor y sus consecuencias.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Amor puesto a prueba es un texto teatral de corte romántico del literato Juan Valera. Nos narra una historia de amor en la que se suceden los malentendidos y las traiciones entre dos nobles que deben enfrentarse a las maledicencias de su entorno para ver colmado su amor.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Colección de artículos del autor Juan Valera publicados en diversos periódicos de su época. En estos textos el autor aborda temas como la cultura, la diplomacia, la crítica y, en resumen, una honda reflexión sobre su época y su condición.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Colección de artículos tanto literarios como políticos del autor Juan Valera aparecidos en diversos periódicos de su época. En estos textos el autor aborda temas como la cultura, la diplomacia, la crítica y, en resumen, una honda reflexión sobre su época y su condición.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Nunca, estimada señora y bondadosa amiga, soñé con ser escritor popular. No me explico la causa, pero es lo cierto que tengo y tendré siempre pocos lectores. Mi afición á escribir es, sin embargo, tan fuerte, que puede más que la indiferencia del público y que mis desengaños.Varias veces me dí ya por vencido y hasta por muerto; mas apenas dejé de ser escritor, cuando reviví como tal bajo diversa forma. Primero fuí poeta lírico, luego periodista, luego crítico, luego aspiré á filósofo, luego tuve mis intenciones y conatos de dramaturgo zarzuelero, y al cabo traté de figurar como novelista en el largo catálogo de nuestros autores.Bajo esta última forma es como la gente me ha recibido menos mal; pero aun así, no las tengo todas conmigo. Mi musa es tan voluntariosa, que hace lo que quiere y no lo que yo le mando. De aquí proviene que, si por dicha logro aplausos, es por falta de previsión. Escribí mi primera novela sin caer hasta el fin en que era novela lo que escribía. Acababa yo de leer multitud de libros devotos.
El castillo estaba en la cumbre del cerro; y, aunque en lo exterior parecía semiarruinado, se decía que en lo interior tenía aún muy elegante y cómoda vivienda, si bien poco espaciosa.Nadie se atrevía a vivir allí, sin duda por el terror que causaba lo que del castillo se refería.Hacía siglos que había vivido en él un tirano cruel, el poderoso Hechicero. Con sus malas artes había logrado prolongar su vida mucho más allá del término que suele conceder la naturaleza a los seres humanos.Se aseguraba algo más singular todavía. Se aseguraba que el Hechicero no había muerto, sino que sólo había cambiado la condición de su vida, de paladina y clara que era antes, en tenebrosa, oculta y apenas o rara vez perceptible. Pero ¡ay de quien acertaba a verle vagando por la selva, o repentinamente descubría su rostro, iluminado por un rayo de luna, o, sin verle, oía su canto allá a lo lejos, en el silencio de la noche! A quien tal cosa ocurría, ora se le desconcertaba el juicio, ora solían sobrevenirle otras mil trágicas desventuras. Así es que, en veinte o treinta leguas a la redonda, era frase hecha el afirmar que había visto u oído al Hechicero todo el que andaba melancólico y desmedrado, toda muchacha ojerosa, distraída y triste, todo el que moría temprano y todo el que se daba o buscaba la muerte.Con tan perversa fama, que persistía y se dilataba, en época en que eran los hombres más crédulos que hoy, nadie osaba habitar en el castillo. En torno de él reinaban soledad y desierto.A su espalda estaba la serranía, con hondos valles, retorcidas cañadas y angostos desfiladeros, y con varios altos montes, cubiertos de densa arboleda, delante de los cuales el cerro del castillo parecía estar como en avanzada.
Hará ya mucho más de rail afios, habla en lo más esquivo y fragoso de los Pirineos una espléndida abadía de benedictinos. El abad Eulogio pasaba por un prodigio de virtud y de ciencia.Las cosas del mundo andaban muy mal en aquella edad. Tremenda barbarie había invadido casi todas las regiones de Europa. Por donde quiera luchas feroces, robos y matanzas. Casi toda España estaba sujeta a la ley de Mahoma, salvo dos o tres Estadillos nacientes, donde entre breñas y riscos se guarecían los cristianos.En medio de aquel diluvio de males, pudiera compararse la abadía de que hablamos al arca santa en que se custodiaban el saber y las buenas costumbres y en que la humana cultura podía salvarse del universal estrago. Gran fe tenían los monjes en sus rezos y en la misericordia de Dios, pero no desdeñaban la mundana prudencia. Y a fin de poder defenderse de las invasiones de bandidos, de barones poderosos y desalmados o de infieles muslimes, habían fortificado la abadía como casi inexpugnable castillo roquero, y mantenían a su servicio centenares de hombres de armas de los más vigorosos, probados y hábiles para la guerra.La abadía era muy rica y famosa: rica por los fertilísimos valles que en sus contornos los monjes habían desmontado, cultivándolos con esmero y recogiendo en ellos abundantes cosechas; y famosa, porque era como casa de educación, donde muchos mozos de toda Francia y de la España que permanecía cristiana acudían a instruirse en armas y en letras. Entre los monjes había sabios filósofos y teólogos y no pocos que habían militado con gloria en sus mocedades antes de retirarse del mundo. Estos enseñaban indistintamente las artes de la paz y de la guerra; cuanto a la sazón se sabía. Y luego, según la índole de cada educando, los pacíficos y humildes se hacían sacerdotes o monjes, y los belicosos y aficionados a la vida activa salían de allí para ser guerreros y aun grandes capitanes.
Los aficionados a libros suelen cegarse con frecuencia y prestar a muchas obras literarias un mérito que no tienen, y esperar que logren una popularidad que, al cabo, no alcanzan. Es evidente que yo, cuando me he tomado el trabajo de traducir esta novela, y me he atrevido luego a presentarla al público, es porque creo, o bien con fundamento, o bien inducido en error por dicha ceguedad, que esta novela es bonita e interesante, y que ha de gustar y divertir a los lectores. Lejos de censurar, disculpo yo, y hasta aplaudo, la publicación del cualquier libro antiguo, por malo que sea. La mayoría no tendrá la paciencia de leerle; pero siempre le leerá con gusto y con interés cierto breve círculo de personas estudiosas que busquen en él, y quizá hallen, nuevos datos para la historia literaria, o curiosas noticias sobre costumbres, usos, hechos históricos, estilo y lenguaje de una época y nación determinadas. De libros publicados con este objeto debe salir a la venta muy pequeño número de ejemplares. No son, ni pueden ser, en realidad, libros para el público, sino para unos cuantos bibliófilos. No es así como yo traduzco y publico en castellano la novela de Longo. La publicó como algo que, en mi sentir puede y debe gustar, aun al vulgo; como algo que puede ser popular en nuestros días. A fin de manifestar las razones en que me apoyo para pensar así, escribo esta introducción.
La afición al folk-lore va cundiendo por todas partes. Se coleccionan los romances, baladas y leyendas, los raptos líricos del pueblo, los refranes, los enigmas y acertijos, y los cuentos, anécdotas y dichos agudos que por tradición se han conservado. Como esta afición es muy contagiosa, nadie debe extrañar que se haya apoderado de nuestro espíritu. De romances o dígase de poesía épica popular en verso, se ha coleccionado ya mucho en España, y nada o casi nada hay que añadir. D. Agustín Durán formó la más hermosa, rica y completa colección de romances castellanos, elevando con ella un monumento triunfal a nuestra literatura. Acaso no haya pueblo en el mundo que, en esta clase de poesía, presente nada que aventaje o que al menos compita con nuestro Romancero. Para colmo en este género de la riqueza de nuestra península y para hacer mayor ostentación de ella, Garret ha reunido y publicado los romances portugueses, y D. Manuel Milá y Fontanals y D. Mariano Aguiló han reunido los catalanes. De seguidillas y coplas de fandango tenemos también excelentes colecciones, siendo sin duda la más importante de todas la de D. Emilio Lafuente Alcántara.
Novela inconclusa de corte costumbrista que cuenta una historia de amor frustrado en el madrid de la época del autor, con dos personajes que se aman pero son incapaces de expresar sus sentimientos. Está vagamente basada en el romance que el propio autor mantuvo en Rusia con una actriz.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
MI querido amigo: Mucho siento tener que decir á usted que Monte-Cristo, que oye turbio y que, además, suele distraerse, hubo de engañarse, y tal vez engañó á usted, sin la menor malicia, cuando le aseguró que me había parecido muy bien el Himno á la carne. Ni bien ni mal podía parecerme una obra que yo aún no conocía. Acaso al hablarme Monte-Cristo, yo, que también me distraigo, dije algo, como acostumbro, en alabanza del talento poético de usted, que tan claro me parece, y él lo aplicó al Himno de que me hablaba, y que yo no podía alabar por serme entonces desconocido.Ahora, que ya le conozco, creo de mi deber dar á usted con toda sinceridad y franqueza la opinión que me pide.Muchísimo hay que decir, y he de decirlo, aunque incurra en la nota de pesado.No obstante la pesadez y el desaliño con que irá escrita mi carta, yo consiento en que usted haga de ella lo que guste: ó guardarla para sí, ó rasgarla, ó dejar que el público la lea.Desde luego el título de Himno me desagrada. Un himno es un himno, y catorce sonetos son catorce sonetos. Además, el ir dirigidos á la carne presupone cierta trascendencia teológica ó filosófica que los sonetos apenas tienen.
Colección de relatos del autor Juan Valera en los que cuenta forma ficcionada varias leyendas populares de las culturas del lejano oriente. Ricos mercaderes, princesas misteriosas, hechiceros y videntes se dan cita en esta recopilación que coquetea con el fantástico más exótico.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Curioso texto teatral de zarzuela del literato Juan Valera. Se articula como una historia de amor en la corte, pero con una particularidad: toda la narración sucede en un reino fantástico, si bien de carácter alegórico.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Estragos de amor y celos es un texto teatral de corte romántico del literato Juan Valera. Nos narra de forma ficcionada la leyenda trágica del amor frustrado entre doña Urraca y el moro Tarfe, leyenda que también fue tratada por otros autores como Lope de Vega.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Curiosa y divertida revisitación en tono de parodia del mito de Fausto por parte del literato Juan Valera. Nos cuenta las aventuras y desventuras del doctor Faustino, que no llega a recibir beneficio alguno tras haber vendido su alma. Una historia de un peculiar sentido del humor y un retrato fiel de las obsesiones de la España del siglo XIX.Juan Valera fue un político y escritor español nacido en Cádiz en 1824 y fallecido en Madrid en 1905. Desarrolló su carrera diplomática en Washhington, Bruselas y Viena, puestos que compaginaba con su afición a las letras, tanto en novela como en ensayo. Suya es la inmortal obra costumbrista Pepita Jiménez, una de las más destacadas de la literatura española.
Te dedico esta novela como el matador dedica su obra antes de matar el toro. Ni él ni yo sabemos si saldrá bien o mal lo que dedicamos. El público y tú habréis de juzgar y sentenciar, cuando la novela se imprima por completo, no bien se escriba. De todos modos, aunque la novela salga malísima, como es buena la voluntad con que te la dedico, tendrás siempre que agradecer, aunque no tengas que aplaudir. Verdad es que, como yo te debo tanta amistad desde hace años, apenas si empiezo a pagarte con esta muestra de cariño, y, bien miradas las cosas, tampoco tienes que agradecerme la dedicatoria.Yo no diré al público, porque sería quitar atractivo a mi composición, que cuanto en ella he de contar será fingido. Villabermeja es una verdadera Utopía: sus héroes jamás existieron. Con todo, no estará de sobra que tú divulgues esto por ahí, pues forjo mis creaciones fantásticas, como entiendo que hacen todos los novelistas, con elementos reales, tomando de acá y de acullá entre mis recuerdos, y me pesaría de que saliese algún crítico zahorí afirmando que hago retratos.
Querida madre mía: No puede usted figurarse cuántos proyectos de todos géneros hay en mi cabeza, y, sin embargo, cuán ordenados están, y qué filosóficamente moderados los anhelos que de llevarlos a cabo tengo para que no me haga sufrir mucho cualquier désappointement que sobrevenga.Entre todos mis castillos en el aire, el que más me enamora es el de ver el modo de hacer senador a papá, sin que él lo quiera ni pretenda, pues éste es, según creo, el mejor modo de que a mí me abran las puertas de la diplomacia.Usted sabrá que el señor Pidal, ministro de la Gobernación, es quien propone, en el Consejo de Ministros, las personas que más a propósito juzga para que se las nombre senadores. Ahora bien: Calvo Rubio es muy amigo de Pidal, y, así como los demás diputados por Córdoba, tiene grande interés, o al menos debe tenerlo, porque haya en el Senado algún personaje paisano suyo, y, siendo mi padre el más a propósito para el caso, no será extraño que fijen la atención en él y lo arranquen de su retiro con tan honorífico cargo. Días pasados, dicho señor Calvo Rubio habló a tío Agustín en este sentido, y quedaron en hacer lo posible porque lo nombrasen. Veremos qué resulta de nuestras maniobras.Anoche estuve en casa de Montijo. Esta señora me recibió muy cariñosamente y me convidó para el baile que tendrá lugar el domingo próximo, en celebridad de los días de la hermosa Eugenia, su hija menor, que es una diabólica muchacha que, con una coquetería infantil, chilla, alborota y hace todas las travesuras de un chiquillo de seis años, siendo al mismo tiempo la más fashionable señorita de esta villa y corte, tan poco corta de genio, y tan mandoncita, tan aficionada a los ejercicios gimnásticos y al incienso de los caballeros buenos mozos, y, finalmente, tan adorablemente mal educada, que casi, casi se puede asegurar que su futuro esposo será mártir de esta criatura celestial, nobiliaria y, sobre todo, riquísima.
Hace ya siglos que en una gran ciudad, capital de un reino, cuyo nombre no importa saber, vivía una pobre y honrada viuda que tenía una hija de quince abriles, hermosa como un sol y cándida como una paloma. La excelente madre se miraba en ella como en un espejo, y en su inocencia y beldad juzgaba poseer una joya riquísima que no hubiera trocado por todos los tesoros del mundo. Muchos caballeros, jóvenes y libertinos, viendo a estas dos mujeres tan menesterosas, que apenas ganaban hilando para alimentarse, tuvieron la audacia de hacer interesadas e indignas proposiciones a la madre sobre su hermosa niña; pero ésta las rechazó siempre con aquella reposada entereza que convence y retrae mil veces más que una exagerada y vehemente indignación. Lo que es a la muchacha nadie se atrevía a decir los que suelen llamarse con razón atrevidos pensamientos. Su candor y su inocencia angelical tenían a raya a los más insolentes y desalmados. La buena viuda además estaba siempre hecha un Argos, velando sobre ella.
Aunque se ame y se respete la virtud, no se debe creer que sea tan vocinglera y tan espantadiza como la de ciertos censores del día. Si hubiéramos de escribir a gusto de ellos, si hubiéramos de tomar su rigidez por valedera y no fingida, y si hubiéramos de ajustar a ella nuestros escritos, tal vez ni las Agonías del tránsito de la muerte, de Venegas, ni los Gritos del infierno, del padre Boneta, serían edificantes modelos que imitar. Por desgracia, la rigidez es sólo aparente. La rigidez no tiene otro resultado que el de exasperar los ánimos, haciéndoles dudar y burlarse, aunque sólo sea en sueños, de la hipocresía farisaica que ahora se usa. Véase, si no, el sueño que ha tenido un amigo nuestro, y que trasladamos aquí íntegro, cuando no para recreo, para instrucción de los lectores. Nuestro amigo soñó lo que sigue: -Más de dos mil seiscientos años ha, era yo en Susa un sátrapa muy querido del gran rey Arteo, y el más rígido, grave y moral de todos los sátrapas. El santo varón Parsondes había sido mi maestro, y me había comunicado todo lo comunicable de la ciencia y de la virtud del primer Zoroastro.
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