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Nacido en Valencia, fue hijo del comerciante Gaspar Blasco y de Ramona Ibáñez, ambos de origen aragonés. Según su propio testimonio, uno de sus primeros recuerdos fue la barricada levantada en su calle por los insurrectos durante la rebelión cantonal cuando tenía seis años, en los inicios de la Primera República Española (1873-1874). También recordaba haber visto a los héroes del Cantón, Cabalote y el Enguerino. El primer libro que leyó fue La historia de los girondinos de Lamartine y luego las obras de Victor Hugo, especialmente Los miserables. Según el historiador Ramiro Reig, a partir de ese momento tuvo claro lo que iba a ser: escritor revolucionario.
La historia de Rafael Brull, hijo único de la familia más poderosa del pueblo. Cuando la muerte sorprende a su padre, Rafael queda a cargo del negocio familiar dedicado a la plantación y distribución de naranjas. En poco tiempo se convierte en un gran hombre de negocios. Rafael esta enamorado de Leonora, una cantante de ópera que regresa después de un largo viaje por Italia. Un amor complicado bajo la presión de los familiares y amigos quienes se oponen arduamente a esta relación.
Arroz y tartana es una novela de Vicente Blasco Ibáñez publicada en 1894. Escrita en principio como folletín para el diario El Pueblo, que dirigía él mismo, apareció después como libro. Se trata de la primera novela costumbrista del autor, de tema valenciano.
Luna Benamor by Vicente Blasco Ibáñez has been regarded as significant work throughout human history, and in order to ensure that this work is never lost, we have taken steps to ensure its preservation by republishing this book in a contemporary format for both current and future generations. This entire book has been retyped, redesigned, and reformatted. Since these books are not made from scanned copies, the text is readable and clear.
¿Los amigos te esperan en el casino. Sólo te han visto un momento esta mañana: querrán oírte; que les cuentes algo de Madrid. Y doña Bernarda fijaba en el joven diputado una mirada profunda y escudriñadora de madre severa que recordaba a Rafael sus inquietudes de la niñez.¿¿Vas directamente al Casino?...¿añadió.¿Ahora mismo irá Andrés.Saludó Rafael a su madre y a don Andrés, que aún quedaban a la mesa saboreando el café, y salió del comedor. Al verse en la ancha escalera de mármol rojo, envuelto en el silencio de aquel caserón vetusto y señorial, experimentó el bienestar voluptuoso del que entra en un baño tras un penoso viaje. Después de su llegada, del ruidoso recibimiento en la estación, de los vítores y música hasta ensordecer, apretones de manos aquí, empellones allá, y una continua presión de más de mil cuerpos que se arremolinaban en las calles de Alcira para verle de cerca, era el primer momento en que se contemplaba solo, dueño de sí mismo, pudiendo andar o detenerse a voluntad, sin precisión de sonreír automáticamente y de acoger con cariñosas demostraciones a gentes cuyas caras apenas reconocía. ¿Qué bien respiraba descendiendo por la silenciosa escalera, resonante con el eco de sus pasos! ¡Qué grande y hermoso le parecía el patio con sus cajones pintados de verde, en los que crecían los plátanos de anchas y lustrosas hojas! Allí habían pasado los mejores años de su niñez. Los chicuelos que entonces le espiaban desde el gran portalón, esperando una oportunidad para jugar con el hijo del poderoso don Ramón Brull, eran los mismos que dos horas antes marchaban agitando sus fuertes brazos de hortelanos, desde la estación a la casa, dando vivas al diputado, al ilustre hijo de Alcira.
Les morts commandent, a été considérée comme importante tout au long de l'histoire de l'humanité. Dans un effort pour s'assurer que ce travail ne soit jamais perdu, nous avons pris des mesures pour assurer sa préservation en republiant ce livre dans un format moderne pour les générations actuelles et futures. Ce livre complet a été retapé, remanié et reformaté. Comme ces livres ne sont pas des scans des publications originales des auteurs, le texte est lisible et clair.
Les quatre cavaliers de l'apocalypse, a été considérée comme importante tout au long de l'histoire de l'humanité. Dans un effort pour s'assurer que ce travail ne soit jamais perdu, nous avons pris des mesures pour assurer sa préservation en republiant ce livre dans un format moderne pour les générations actuelles et futures. Ce livre complet a été retapé, remanié et reformaté. Comme ces livres ne sont pas des scans des publications originales des auteurs, le texte est lisible et clair.
La tentatrice, a été considérée comme importante tout au long de l'histoire de l'humanité. Dans un effort pour s'assurer que ce travail ne soit jamais perdu, nous avons pris des mesures pour assurer sa préservation en republiant ce livre dans un format moderne pour les générations actuelles et futures. Ce livre complet a été retapé, remanié et reformaté. Comme ces livres ne sont pas des scans des publications originales des auteurs, le texte est lisible et clair.
Contes espagnols d'amour et de mort, a été considérée comme importante tout au long de l'histoire de l'humanité. Dans un effort pour s'assurer que ce travail ne soit jamais perdu, nous avons pris des mesures pour assurer sa préservation en republiant ce livre dans un format moderne pour les générations actuelles et futures. Ce livre complet a été retapé, remanié et reformaté. Comme ces livres ne sont pas des scans des publications originales des auteurs, le texte est lisible et clair.
A las tres de la madrugada comenzaron a llegar los primeros carros de la sierra al fielato de los Cuatro Caminos. Habían salido a las nueve de Colmenar, con cargamento de cántaros de leche, rodando toda la noche bajo una lluvia glacial que parecía el último adiós del invierno. Los carreteros deseaban llegar a Madrid antes que rompiese el día, para ser los primeros en el aforo. Alineábanse los vehículos, y las bestias recibían inmóviles la lluvia, que goteaba por sus orejas, su cola y los extremos de los arneses. Los conductores refugiábanse en una tabernilla cercana, la única puerta abierta en todo el barrio de los Cuatro Caminos, y aspiraban en su enrarecido ambiente las respiraciones de los parroquianos de la noche anterior. Se quitaban la boina para sacudirla el agua, dejaban en el suelo el barro de sus zapatones claveteados, y sorbiéndose una taza de café con toques de aguardiente, discutían con la tabernera la comida que había de prepararles para las once, cuando emprendiesen el regreso al pueblo.
Como en todos los días de corrida, Juan Gallardo almorzó temprano. Un pedazo de carne asada fue su único plato. Vino, ni probarlo: la botella permaneció intacta ante él. Había que conservarse sereno. Bebió dos tazas de café negro y espeso, y encendió un cigarro enorme, quedando con los codos en la mesa y la mandíbula apoyada en las manos, mirando con ojos soñolientos a los huéspedes que poco a poco ocupaban el comedor. Hacía algunos años, desde que le dieron «la alternativa» en la Plaza de Toros de Madrid, que venía a alojarse en el mismo hotel de la calle de Alcalá, donde los dueños le trataban como si fuese de la familia, y mozos de comedor, porteros, pinches de cocina y viejas camareras le adoraban como una gloria del establecimiento. Allí también había permanecido muchos días¿envuelto en trapos, en un ambiente denso cargado de olor de yodoformo y humo de cigarros¿a consecuencia de dos cogidas; pero este mal recuerdo no le impresionaba. En sus supersticiones de meridional sometido a continuos peligros, pensaba que este hotel era «de buena sombra» y nada malo le ocurriría en él. Percances del oficio; rasgones en el traje o en la carne; pero nada de caer para siempre, como habían caído otros camaradas, cuyo recuerdo turbaba sus mejores horas.
El más joven de los dos soltó la vara leñosa que le servía de apoyo, sus rodillas se doblaron, y deslizándose entre los brazos de su compañero, que había acudido a sostenerle, quedó tendido en el suelo al pie de un matorral. ¿No puedo más, Fernando. ¡El Señor me valga! Su rostro delicado, casi femenil, palideció hasta tomar una blancura verdosa. Sus ojos negros, rasgados en forma de almendra, se cerraron, después de un parpadeo de angustia. Fernando, arrodillado junto a él, lo abrazaba, hablando al mismo tiempo para infundirle ánimo. ¿¡Lucero!, ¡mi tesoro! ¡Arriba!¿ No te entregues. Podía descansar un poco, y luego continuarían su viaje, durmiendo aquella noche en Córdoba. Pero su compañero parecía no oírle. Instintivamente había apoyado su cabeza en uno de los hombros de Fernando, quedando adormecido, sin más signo vital que una débil y fatigosa respiración. El llamado Femando, siempre de rodillas, miró en torno, sin ver a ningún ser humano en los dos extremos del camino ni en las tierras inmediatas.
Comenzaba á clarear el día cuando despertó el doctor Aresti, sintiéndose empujado en un hombro. Lo primero que vió fué el rostro de manzana seca, verdoso y arrugado de Kataliñ, su ama de llaves, y los dos cuernos del pañuelo que llevaba la vieja arrollado á las sienes.¿Don Luis... despierte. Muerto hay en el camino de Ortuella. El jues que vaya.Comenzó á vestirse el doctor, después de largos desperezos y una rebusca lenta de sus ropas, entre los libros y revistas que, desbordándose de los estantes de la inmediata habitación, se extendían por su dormitorio de hombre solo.Dos médicos tenía á sus órdenes en el hospital de Gallarta, pero aquel día estaban ausentes: el uno en Bilbao con licencia; el otro en Galdames desde la noche anterior, para curar á varios mineros heridos por una explosión de dinamita.
En mis tiempos de agitador político, allá por el año 1902, los republicanos de Mallorca me invitaron a un mitin de propaganda de nuestras doctrinas que se celebró en la plaza de Toros de Palma.Después de esta reunión popular, los otros diputados republicanos que habían hablado en ella se volvieron a la Península. Yo, una vez pronunciado mi discurso, di por terminada mi actuación política, para correr como simple viajero la hermosa isla que vio en la Edad Media los paseos meditativos del gran Raimundo Luliöfilósofo, hombre de acción, novelistäy en el primer tercio del siglo xix sirvió de escenario a los amores románticos y algo maduros de Jorge Sand y Chopin.Más que las cavernas célebres, los olivos seculares y las costas eternamente azules de Mallorca, atrajeron mi atención las honradas gentes que la pueblan y sus divisiones en castas que aún perduran, a causa sin duda del aislamiento isleño, refractario a las tendencias igualitarias de los españoles de tierra firme. Vi en la existencia de los judíos convertidos de Mallorca, de los llamados chuetas, una novela futura.
Sus primeros amores fueron con una emperatriz.Él tenía diez años y la emperatriz seiscientos. Su padre, don Esteban Ferragut¿tercera cuota del Colegio de Notarios de Valenciä, admiraba las cosas del pasado. Vivía cerca de la catedral, y los domingos y fiestas de guardar, en vez de seguir a los fieles que acudían a los aparatosos oficios presididos por el cardenal-arzobispo, se encaminaba con su mujer y su hijo a oír misa en San Juan del Hospital, iglesia pequeña, rara vez concurrida en el resto de la semana. El notario, que en su juventud había leído a Wálter Scott, experimentaba la dulce impresión del que vuelve a su país de origen al ver las paredes que rodean el templo, viejas y con almenas. La Edad Media era el período en que habría querido vivir. Y el buen don Esteban, pequeño, rechoncho y miope, sentía en su interior un alma de héroe nacido demasiado tarde al pisar las seculares losas del templo de los Hospitalarios. Las otras iglesias enormes y ricas le parecían monumentos de insípida vulgaridad, con sus fulguraciones de oro, sus escarolados de alabastro y sus columnas de jaspe. Esta la habían levantado los caballeros de San Juan, que, unidos a los del Temple, ayudaron al rey don Jaime en la conquista de Valencia.
Al sentir un roce en el cuello, Fernando de Ojeda soltó la pluma y levantó la cabeza. Una palmera enana movía detrás de él con balanceo repentino sus anchas manos de múltiples y puntiagudos dedos. Para evitarse este contacto avanzó el sillón de junco, pero no pudo seguir escribiendo. Algo nuevo había ocurrido en torno de él mientras con el pecho en el filo de la mesa y los ojos sobre los papeles huía lejos, muy lejos, acompañado en esta fuga ideal por el leve crujido de la pluma. Vio con el mismo aspecto exterior cosas y personas al salir de su abstracción; pero una vida interna, ruidosa y móvil parecía haber nacido en las cosas hasta entonces inanimadas, mientras la vida ordinaria callaba y se encogía en las personas, como poseída de súbita timidez.
Mayflower (Flor de mayo): A Tale of the Valencian Seashore, has been acknowledged as a major work throughout human history, and we have taken precautions to assure its preservation by republishing this book in a modern manner for both present and future generations. This book has been completely retyped, revised, and reformatted. The text is readable and clear because these books are not created from scanned copies.
"Tutte quelle isole di montagne vulcaniche, ricoperte di splendida vegetazione, che sorgevano dal mare azzurro come altissime piramidi di verzura, erano popolate da genti bellicose che ricevevano i componenti della spedizione a colpi di freccia, oppure fuggivano verso l’interno per preparare imboscate e sorprese" ...Sulla scia dei già fortunati "Il papa del mare" e "Ai piedi di Venere", l’anziano scrittore valenciano si concentra, negli ultimi anni di vita, sulla storia medievale e moderna dell’amata Spagna, di cui, con questa opera, racconta l’epica espansione coloniale nel Siglo de Oro. Protagonista del romanzo è Alonso de Ojeda (1468-1515), esploratore e avventuriero castigliano a cui si devono la scoperta di vasti territori caraibici e del lago di Maracaibo. Dalla prosa scorrevole e brillante – anche a distanza di quasi un secolo dalla sua stesura – "Il cavaliere della vergine" offre un punto di vista fin troppo benevolo sulle vicende coloniali, nel perfetto spirito dei tempi: anche per questo, però, si rivela una lettura interessante per i lettori contemporanei.Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) nasce a Valencia da una famiglia di commercianti aragonesi. Seppur laureato in legge, non eserciterà mai la professione forense, preferendo di gran lunga dedicarsi alla letteratura, alle avventure sentimentali e, soprattutto, alla politica. Egli è infatti attivo, fin da giovane, nel fronte repubblicano, finendo più volte vittima della censura monarchica e cadendo anche in un’imboscata quasi fatale. Grande estimatore di Miguel Cervantes, Ibáñez si contraddistingue per una prosa energica, che dà ai suoi molti lavori, fra romanzi, racconti e reportage di viaggio, una solida fama anche a livello internazionale. Alcune sue opere, come "Sangue e arena" e "I quattro cavalieri dell’Apocalisse", vedranno anche delle trasposizioni cinematografiche. È noto, inoltre, per aver corretto il testo di "Noli me tangere", capolavoro del coevo autore filippino José Rizal.
«Arènes sanglantes» est le roman le plus connu de Vicente Blasquo Ibañez, auteur engagé et militant républicain. Certains ont comparé l'auteur à Zola ¿ comparaison qu'il récusait d'ailleurs ¿ ou à Miro. Le héros de ce récit, Gallardo, gamin des quartiers pauvres, devient un toréro célèbre, réputé pour son audace, et s'enivre de gloire. Héros de tragédie antique, ce parvenu que son métier fait rencontrer le monde des puissants entretient des relations ambivalentes avec ses nouveaux amis et son milieu d'origine qui sont ses meilleurs fans. Pris entre les dangers de son métier et son besoin de reconnaissance, il poursuivra sa quête jusqu'à son aboutissement logique, inévitable.
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