Bag om Fantasmal
FANTASMAL. Como escribimos en el prólogo sobre el anterior capítulo de la saga: La Isla Prometida, penúltimo de la serie, los sucesos toman como marco histórico-geográfico "...las llanuras del Camagüey, demasiado extensas para pertenecer a una isla alargada en forma de caimán, y a la vez demasiado pequeñas para compararse con las continentales de otros grandes países" de América. "Mucho de lo que ocurrió en aquellas llanuras: extensas, desoladas y escasas de alta vegetación, se ha mantenido oculto a lo largo de los años" y nuestro temor es que con el tiempo aquello pueda caer en el olvido, o sepultado por el devenir de nuevos acontecimientos, que para estos menesteres se convierte en un enemigo implacable. La sociedad actual tiene, aparentemente, muchas cosas de qué preocuparse en un mundo cambiante, dinámico y tal vez frenético, en el que las personas centran más sus preocupaciones en el día a día y a veces en el cómo llegar al mañana, generalmente no desde el punto de la vida, sino en el de tratar de mantener el status quo alcanzado o en el que habitan. A las dificultades para encontrar información escrita y veraz de lo ocurrido en los lugares y tiempos a que nos referimos, hay que agregar como elemento agravante, el desplazamiento constante y cambio de habitad de las personas que allí vivían, y que día a día abandonan aquellos contornos en un flujo incesante hacia las ciudades o núcleos poblaciones con más prosperidad. A la par que unas se van, otras llegan, pero sin conocimiento ni noción alguna de lo que allí aconteció en otros tiempos, y en el mayor de los casos, se van más de los que vienen, lo cual incluso en las últimas décadas toma dimensiones de país. Como expresamos en el prólogo anterior: "Sí antes no existían las condiciones o los recursos apropiados: técnicos, intelectuales, o de otra índole, hoy se choca con otros nuevos, tal vez más poderosos, relacionados con los avances tecnológicos que suplantan despiadadamente las costumbres, modos de vida, valores culturales, formas de producción tradicionales, y en fin, todas las incidencias que se suceden día a día en la vida de las personas, de los lugareños y de los descendientes de aquellos otrora protagonistas de hechos: comunes, trascendentales y relevantes, hoy cubiertos por el polvo del olvido y perdidos en la infinidad de la llanura: desolada, extensa y monótona." Cuando nos decidimos a escribir esta tetralogía sobre las llanuras del Camagüey, no esperamos encontrar recompensa material alguna, salvo el cumplimiento de un fuerte compromiso con nuestros familiares mayores, que tristemente ya no están, y con los sencillos ciudadanos que conforman lo que da en llamarse pueblo cubano, y sobre todo con ese magnífico e inigualable ser que se llama madre, que por muy cansada que estuviese, bajo duro trabajo y penalidades, sabía sacar fuerzas para contar historias, entonar décimas y poesías, y en definitiva desarrollar la imaginación en nuestras cabezas. También, por nuestra condición de cubanos, y el fiel compromiso con nuestros coterráneos por destacar su valía, y para que con nuestro país no ocurra como con algunos de los pueblos olvidados recogidos en esta serie, que han languidecido con el paso de los tiempos y hoy solo quedan sus ruinas dispersas por los campos en parajes desérticos y tal vez inhóspitos. Consideramos como una obligación de todos los que ostentemos esta condición, dignificarla en cualquiera de los lugares donde estemos, sin realizar apologías, comparaciones, ni mostrar un absurdo chovinismo, verla como una nación más, igual en derechos que las demás que habitan este inmenso planeta.
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