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LA VOZ DE LOS ANTEPASADOS PRECOLOMBINOSTal vez sea Chile el país latinoamericano más privilegiado por su poesía épica. Desde la Araucana, Arauco domado, Purén Indómito durante los días de la Conquista, hasta el Canto General de Pablo Neruda y el Poema de Chile de Gabriela Mistral en el siglo pasado. Por eso no resulta insólito que el poeta Carlos Johnson Bordalí, se haya atrevido a escribir un largo poema sobre la figura y contenido mítico y religioso del dios Quetzalcóatl, de la cosmogonía azteca también llamada Serpiente Emplumada...(...) Fue probablemente en el mes de marzo de 1517, con la llegada de Francisco Fernández de Córdoba al Yucatán, cuando los españoles tuvieron las primeras noticias de Quetzalcóatl. Al parecer, entre los mayas, el sacerdote encabezó una corriente nacida del espíritu puro, venida de la ciudad de Tula -Capital de los toltecas-, como reacción a la vida lujuriosa y desordenada que se intentaba imponer en esa ciudad -antes de la fundación de Tenochtitlan, hoy D.F. México-, y que ocasionaría la ruina de la civilización y el imperio tolteca. Fue a Quetzalcóatl, dios del bien, de la fertilidad agrícola y de la cultura, a quien se le atribuye la concepción de una doctrina teológica acerca del dios supremo como única base moral, concebido como un principio dual, masculino y femenino a la vez, capaz de engendrar y concebir todo cuanto existe. Así, la doctrina de Quetzalcóatl se constituyó en el hombre consiente, es decir, el individuo alcanzando la categoría de ser celeste por la evolución del ser interior como meta suprema. Quetzalcóatl nunca permitió los sacrificios humanos -los que después fueron muy frecuentes y sangrientos llevados a cabo por los aztecas en su guerra florida-, imprimiendo en el espíritu de los toltecas un profundo sentido de austeridad y misticismo, y conduciéndoles al recogimiento y al ejercicio constante de los deberes religiosos... (...) El poema comienza con una descripción genésica, anterior a la presencia material del dios, especie de protoplasma que anuncia su aparición: El reptil está erguido/ se inflama en el campo/ aparece sobre las piedras/ como la materia que emerge...Luego, el poema continúa con la descripción de los atributos benéficos de la divinidad: Ometeotl/ dios de la dualidad/ masculino y femenino/ padre de todos los Dioses... En algunas partes del texto percibimos la influencia benéfica de Las Alturas de Machu Picchu, por una serie de versos donde las metáforas se suceden formando una estrofa rítmica donde se unen sonido y sentido: curanderas de las yerbas/ remedio de los males/ artesana de las flores/ rescoldo del hogar/ corazón de jade...(...) Aparte del mérito formal e interpretativo de este largo poema, su escritura nos habla de una fuerte vocación latinoamericanista, donde se celebra la cosmogonía de un gran país del Nuevo Mundo con fuerte influencia precolombina como es México. Y éste es el primer mérito para los chilenos que tan poco conocemos y nada nos hemos interesado por la cultura y la tradición mapuche, cultura que, sí no nos dejó grandes obras de arquitectura, nos legaron una cosmogonía igualmente valiosa por su contenido pedagógico y el valor ético y formal de la palabra hablada.He aquí uno de los puntos de contacto más significativos de nuestros países que nos diferencia de Europa y nos enseña como destino la unión política, económica y cultural de nuestras naciones con un antepasado indígena común, a pesar de las diferencias entre los pueblos originarios de México, Perú y Chile. Todos participan de una cosmovisión semejante, con mitos comunes y una visión similar de los antepasados y de la naturaleza.Lo anterior coincide plenamente con las palabras de Carlos Fuentes, el gran ensayista y novelista mexicano: "Todo el problema de la identidad de América Latina se da alrededor de un punto fundamental: reconocer la existencia de nuestra diversidad y nuestro mestizaje. All
SAPIENCIA MILENARIA EN LA VOZ DE UN VATE ACTUAL "El viento de la noche gira en el cielo y canta." Pablo Neruda Sería bueno que todos los seres humanos escribiéramos alguna vez sobre el cielo, pues ¿no es la estratósfera el reflejo de lo inmenso? En este libro, Carlos Johnson Bordalí no sólo recupera la tradición mitológica de los nahuas -mis ancestros- sino que, a través del constante y profundo contemplar, invita a sus lectores a ver más allá de lo evidente; a refocilarse y resignificarse con todo aquello que puede estar plasmado en el firmamento, del cual, en los más de los relatos universales, provenimos como especie. En Quetzalcóatl, La Serpiente de Pluma Preciosa, El Cielo de la Divinidad, el poeta recupera las formas y los contenidos del México prehispánico, para interpretar ese imaginario y consignarlo con un estilo ecléctico donde se combinan tradiciones precolombinas con conocimientos propios de nuestro canon hispánico. El simbolismo inherente a esta cosmovisión que hoy pudiera parecernos un tanto ajena debido a los procesos de aculturación y transculturación que atraviesan a toda Latinoamérica está estrechamente ligado con el sentido literal, aun cuando " [...] se tiene con demasiada frecuencia la tendencia a pensar que la admisión de un sentido simbólico debe implicar el rechazo del sentido literal o histórico; tal opinión resulta de la ignorancia de la ley de la correspondencia, que es el fundamento de todo simbolismo y en virtud de la cual cada cosa, procediendo esencialmente de un principio metafísico del que deriva toda su realidad, traduce y expresa ese principio a su manera según su orden de existencia, de tal modo que, de un orden a otro, todas las cosas se encadenan y corresponden para concurrir a la armonía total y universal".René Guénon, Diccionario de Símbolos, Juan Eduardo Cirlot.En esa relación entre los planos simbólico, literal e histórico, con un dominio exacto de las formas usadas por los pueblos originarios mesoamericanos, el poeta se sirve de algunas figuras retóricas tales como difrasismo, el paralelismo, el epíteto o adjetivo poético, el oxímoron, la perífrasis, la metáfora, la metonimia y sinécdoque, la comparación, la anáfora y finalmente, la figura conocida como polípote.En la lírica de este bardo, el espacio visual es otro elemento importante, tal como para los autóctonos lo fue el espacio simbólico dentro de los códices: éste permitía jerarquizar, sintetizar y organizar todo el conocimiento cosmogónico e histórico de las épocas. Celebro la inclusión de iconografía originaria en el poemario: elemento que lo embellece aún más... Para concluir, me parece adecuado señalar que hablar sobre el cielo es hablar sobre el tiempo y el autor lo sabe de cierto: ha leído en las constelaciones, como si de las líneas de una mano se tratara, las edades del universo y lo ha aderezado con la sapiencia de los ancianos de nuestros milenarios pueblos, en particular de la señalada cosmogonía mexica. Por eso es preciso que lo leamos y lo escuchemos; que surquemos de la Divinidad los cielos.¡Enhorabuena, Carlos! No me queda sino desear que tus lectores disfruten el vuelo mitológico al que hoy los invitas y que has dispuesto en tu verbo. Horacio Saavedra Castillo Escritor y catedrático mexicano. Guayaquil, Ecuador.
UN PUERTO CANTADO AL FILO DEL 2000. Puerto literario, desde que nació fue bautizado por un buscador del Edén como el Valle del Paraíso. La idea de la utopía salta a la vista. Para el fundador, ese sitio resultaba el ideal para hacer realidad el gran sueño, el ansia de felicidad. Ese óleo y esa crisma domicilió allí la radiante esperanza. Se lo puso un poeta revestido de armadura. Puerto de siete mares, figura desde el siglo XVI en antiguas cartas de navegación, señalado por una rosa de los vientos. Muchas generaciones de tripulantes aventureros lo han entonado en canciones marineras y su nombre ha sido invocado en lenguas extranjeras como la visión de la arribada a la bahía feliz... (...) Durante casi cuatro siglos, antes de la apertura del Canal de Panamá, era la estación obligada de los más osados surcadores del océano. Después se agregó a su imagen el signo de la nostalgia y se convirtió en tema de poetas, novelistas, pintores, músicos, cineastas. Un holandés volador, Joris Ivens, proyectó al celuloide sus cerros, el mensaje de los vientos y de la humanidad diaria. El doctor Francia le dedicó su amor. Este Valparaíso que Neruda interpela como un enamorado y se permite la familiaridad de decirle ¡qué loco eres!, continúa siendo el atalaya que desde lo alto indica a los barcos perdidos su camino y los deriva a buen puerto. Hace un siglo, el joven Rubén Darío estuvo trabajando formalmente como aduanero en Valparaíso. Pero en verdad, por debajo y encima de los papeles de recepción o despacho de mercaderías, preparaba las alas para el prodigioso vuelo de Azul... (...) Ahora Carlos Johnson Bordalí sale a navegar por la bahía de la luna. Todo el libro de principio a fin es una declaración de amor a su puerto. Se trata de una pasión colectiva que hace del porteño un patriota absoluto de la ciudad inconfundible. En diferentes latitudes surgen esas cofradías fuertes y orgullosas que hablarán por las noches, conversando a veces una botella, del cerro, del rincón que están echando de menos. Donde quiera que fuese y aunque muriera en regiones lejanas, junto a un lago remoto, en Italia, estaría recordándolo el que compuso, cantó y escribió para siempre el más bello himno a Valparaíso. Carlos Johnson abre la marcha con una "Elegía para un Gitano Enamorado", ese Osvaldo Rodríguez, que sigue cantando en cien reuniones, multiplicando la añoranza por " el puerto que cobijó su infancia". Es cierto que el siglo XX ha tratado mal a la ciudad-mar con más carácter y perfil propio de Chile. El drama del abandono tendrá que anotarlo el poeta para reiterarle su fidelidad inquebrantable: "Valparaíso empobrecido ¡cuánto te amo!"... (...) No todo es tristeza. Hay también mucho goce. La exaltación de la marisquería sensual, por ejemplo. Si Neruda escribió su Oda al Caldillo de Congrio, se rememora y celebra aquí el corazón de la cholga, porque en medio del sufrimiento está también la necesidad de seguir viviendo, defendiendo y rescatando un puerto que siempre será para los suyos golpe de espuma, olor a sal, bramido del viento sur golpeando las caras a la hora de las tempestades frenéticas y de los momentos más personales. Carlos Johnson traza una fotografía externa e íntima, subjetiva del puerto de los mil ángulos. Penetra por los recovecos del corazón marino y urbano. Estampa el testimonio del sentimiento que hace del porteño un amante incondicional de su ciudad, de la difícil vida popular y de sus públicos encantos. El puerto es y seguirá siendo una capital irrenunciable de los anhelos que animaron a sus fundadores. Nunca abandonará el sentido de utopía que meció su cuna. Nunca renunciará a su deber, tal vez imposible, de ser el Valle del Paraíso. Aquí canta Carlos Johnson, perteneciente a la generación final del siglo XX. El mismo y otros vendrán mañana a decir su Valparaíso del Tercer Milenio, porque as
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