Gør som tusindvis af andre bogelskere
Tilmeld dig nyhedsbrevet og få gode tilbud og inspiration til din næste læsning.
Ved tilmelding accepterer du vores persondatapolitik.Du kan altid afmelde dig igen.
La primera vez que pisé tierra vaticana fue para ver la gran basílica de San Pedro. He de decir que fue una decepción bastante grande. Me esperaba encontrar una fachada blanca y pura, semi encerrada entre tres hileras de magnificas y poderosas columnas. Sin embargo, lo que mis jóvenes e inexpertos ojos vieron, fue un edificio negro, sucio, viejo que no antiguo y unas columnas frágiles, desprovistas de cualquier belleza que hubieran podido tener antaño. En fin, una masa de piedra ennegrecida en la que, con cierta dificultad, se podían atisbar algunas esculturas, aún más negras que la fachada, de lo que debería ser, sin duda, el templo más fastuoso de la cristiandad. Lo que por entonces aún no sabía, es que no sólo estaba ennegrecido el exterior. Dentro de esos antiguos muros, descubriría entre grandes obras de arte, la más profunda de las podredumbres humanas, siempre disfrazada de buenas palabras, grandes y elegantes vestimentas y, sobre todo, de profundas mentiras, con el fin de encubrir el fraude colectivo más grande y mejor orquestado, en la historia de la humanidad. Por aquellos días no lo sabía. Hace años que lo sé. Hoy, lo escribo.
Tilmeld dig nyhedsbrevet og få gode tilbud og inspiration til din næste læsning.
Ved tilmelding accepterer du vores persondatapolitik.