Una buena vecina

El matrimonio de Clovis y Brenda ya no era divertido por la falta de privacidad donde vivían. La casa estaba en un terreno compartido por otros miembros de la familia y casi les impedía tener relaciones sexuales sin ser escuchados.Sin embargo, tan pronto como la pareja se mudó a un apartamento, la esposa volvió a ser tan ardiente como antes de la boda y, especialmente, cuando estaba soltera. Sin embargo, la razón principal no era el marido, pero un niño que vivía en el edificio frente.Dos hechos en un solo día acabaron por transformar por completo el matrimonio y darían nueva vida a aquella relación hasta entonces monótona.Brenda ganó toda la libertad del mundo para hacer lo que quisiese y, mejor aún, contó con la aprobación de su esposo, quien trataría de aprovechar la situación de la mejor manera posible.