Bag om Abel Sanchez
No recordaban Abel Sánchez y Joaquín Monegro desde cuándo se conocían. Eran conocidos desde antes de la niñez, desde su primera infancia, pues sus dos sendas nodrizas se juntaban y los juntaban cuando aún ellos no sabían hablar. Aprendió cada uno de ellos a conocerse conociendo al otro. Y así vivieron y se hicieron juntos amigos desde nacimiento, casi más bien hermanos de crianza. En sus paseos, en sus juegos, en sus otras amistades comunes, parecía dominar e iniciarlo todo Joaquín, el más voluntarioso; pero era Abel quien, pareciendo ceder, hacía la suya siempre. Y es que le importaba más no obedecer que mandar. Casi nunca reñían. ¡Por mí como tú quieras... !, le decía Abel a Joaquín, y este se exasperaba a las veces porque con aquel ¡como tú quieras... ! esquivaba las disputas. -¡Nunca me dices que no! -exclamaba Joaquín. -¿ Y para qué? -respondía el otro. - -Bueno, este no quiere que vayamos al Pinar -dijo una vez aquel, cuando varios compañeros se disponían a un paseo.
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