Bag om Príncipes de la Iglesia
Nada más llegar a RÃo llamé a Victoria. Ya sabÃa todo y agradeció mi llamada. Quedamos en vernos cuando estuviese por Europa. Hellen estaba en una cárcel en Burdeos y por lo visto, no querÃa ninguna visita. De Ananta no sabÃa nada, ni querÃa saberlo. Fue lo que se dice, una llamada cordial. Ambos sabÃamos que la culpa de lo que habÃa pasado no era mÃa. Y me lo hizo saber.
Las vacaciones fueron perfectas. Estuvimos tres dÃas en RÃo de Janeiro y luego nos fuimos a una isla del pacÃfico. Necesitábamos tranquilidad y también tenÃamos que hablar de muchas cosas. Lo hicimos. Nos conocimos mejor y aprendimos a convivir juntos. Es verdad que tampoco nos supuso ningún esfuerzo.
Llegó el temido dÃa de la vuelta a casa. Creo que los dos nos hubiéramos quedado en aquella isla, toda la vida... Pero no pudo ser... Por cierto... No os he contado...
No, mejor más adelante. Además, hace parte de esta historia, que ahora ya os puedo contar, como sabéis, hasta donde pueda. Tened siempre cuidado con las sombras que no queremos ver... son las más peligrosas.
Vis mere