Bag om Los Pirineos
Vos que jamás viajáis de otro modo más que con el espíritu, yendo de libro en libro, de pensamiento en pensamiento, y nunca de país en país, vos, que pasáis todos los veranos a la sombra de los mismos árboles y todos los inviernos al amor de la misma lumbre, queréis, enseguida que abandono París, que os diga, yo, vagabundo, a vos, solitario, todo cuanto he hecho y todo cuanto he visto. Sea. Obedezco. ¿Lo que he hecho desde anteayer, 18 de julio? Ciento cincuenta leguas en treinta y seis horas. ¿Lo que he visto? He visto Etampes, Orléans, Blois, Tours, Poitiers y Angouléme. ¿Queréis más? ¿Os hacen falta descripciones? ¿Queréis saber lo que son estas ciudades, en qué aspectos se me presentaron, qué cosecha de historia, de arte y poesía he recogido en el camino, todo lo que he visto, en una palabra? Sea. Obedezco de nuevo. Etampes es una maciza torre vislumbrada a la derecha, al crepúsculo, sobre los tejados de una larga calle; oigo a los postillones que dicen; «¿Otra desgracia del ferrocarril? Dos diligencias arrolladas, sus viajeros muertos. La máquina ha arrollado al convoy entre Etampes y Etrechy. Al menos, nosotros no arrollamos».
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